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lunes, noviembre 4

PABLO AMARGO EN PEONZA


 




Peonza es una publicación dedicada a los libros ilustrados y a la literatura Infantil y Juvenil.  El equipo de Peonza lleva varias décadas de entrega constante y regular a esta publicación trimestral y que el año pasado recibió El Premio Nacional de Fomento a la Lectura.
Cada número es un monográfico donde se reconoce la labor de un ilustrador y se realiza una entrevista sobre su trabajo.


Toda la entrevista en PEONZA 2019 con preguntas de Javier Sobrino, puedes leerla aquí










¿Tu estudio es tu santuario donde dibujas a diario o trabajas en otros lugares que te inspiren como hicieron los impresionistas? 

Estar pendiente de la inspiración es cosa de principiantes. Lo único valioso es la acción, generar posibilidades en el papel, estar atento a cuando surja algo que merezca la pena. Y en un espacio cerrado, delante de un cuaderno, con luz artificial y pocas distracciones es más sencillo que esto me ocurra. 









¿Qué perdura de aquel joven licenciado en Bellas Artes que se lanzaba a conquistar el mundo editorial en 1997?


Por aquel entonces no me planteaba si se podía vivir de la ilustración o cuanto dinero podría proporcionarme. Siempre había querido dedicarme a ilustrar y, después de mi  paso por Bellas Artes, aprendí que además había que intentar aportar algo nuevo en cada trabajo, a estar insatisfecho, a trabajar pensando solo en el trabajo mismo. Y en eso sigo, confiado cada día en que podré lograr algo interesante, en perfeccionar las cosas sin pensar a quien va dirigido o la rentabilidad de esta actividad. Sigo sin considerarme un profesional de la ilustración.






Muchas de tus imágenes son verdadera poesía visual. Tus ilustraciones generan otras lecturas que trascienden las palabras. ¿Cómo desarrollas este proceso?

No sé muy bien como surgen estas ideas. Voy creando posibilidades en el campo de juego que son los cuadernos hasta que llega ese momento en el que son las propias imágenes las que empiezan a conducirse a sí mismas y me he olvidado del texto, del cliente y también de mí mismo. Cuando surge la idea, es un momento de euforia, una epifanía, el momento por el que uno se dedica a esto una y otra vez. 

Háblanos de la belleza, de los lugares que habita, de las formas que muestra, de los colores que alberga, de las sensaciones que trasmite.

Creo que la  belleza no reside en el motivo elegido ni tiene que ver con lo sencillo o con lo complicado, con lo ligero o lo pesado, con colores fríos o cálidos, con los valores establecidos o el bagaje cultural. Para mi, algo bello, es algo que consigue trasmitir verdad.  








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