El fotógrafo Cartier Bresson acuñó esta idea con enorme éxito en el siglo pasado. Se trata de El instante decisivo que implica dejar a la fotografía fluir, evitando la rigidez y el control del estudio fotográfico para captar así ese momento fugaz y de enorme riqueza poética.
La tradición de la pintura siempre se basó en ese "momento decisivo", un momento dramático o poético y que en la tradición japonesa incluso se llegó a denominar "imágenes del mundo flotante".
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